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Repostería de la Almendra

Mazapán, bienmesabe, polvorones, mantecados y mucho más.

El canario tiene fama de goloso y es algo que tiene incluso su explicación histórica. Y no sólo porque los aborígenes recolectaban miel de abeja, para quienes «era un manjar delicado que se mezclaba a veces con gofio», como escribió el antropólogo francés René Verneau en el siglo XIX al referirse a ello (una práctica que se mantiene viva en la actualidad). Además, en los siglos XV y XVI, tras la conquista castellana de Canarias, el cultivo de la caña de azúcar se convirtió en el monocultivo de algunas islas, especialmente en Gran Canaria, convirtiéndolo en una referencia constante de su gastronomía durante los últimos cinco siglos (la miel de caña, la sopa de ingenio o el ron miel son algunos ejemplos) y presente también en las tradiciones (entre ellas, la Fiesta de la Caña Dulce, en Jinámar, cuyo nombre lo dice todo).

A la miel de abeja y el azúcar de caña se le unió pronto un tercer ingrediente que combina con los anteriores en lo más destacado de la repostería de esta isla: la almendra, cuyos árboles —introducidos tras la conquista— tiñen de blanco y rosado el paisaje del interior de Gran Canaria entre enero y febrero, cuando florecen y los isleños son convocados a diversas celebraciones muy populares y gastronómicas: la Ruta del Almendro en Flor, en Valsequillo, y, la más concurrida y antigua, la Fiesta del Almendro en Flor de Tejeda. 

Con este fruto seco se hacen algunos de los productos más tradicionales y populares de la gastronomía golosa de la isla, sobre todo en Tejeda (aunque también destaca la de San Mateo): el mazapán (masa de azúcar y almendra en las mismas proporciones, con ralladura de limón, que se hornea tras unos días de maduración en crudo), el bienmesabe (una crema espesa que se obtiene mezclando azúcar y almendra molida con yema de huevo), los polvorones de almendra (de una masa hecha con harina, azúcar, manteca de cerdo, almendra y limón rallado a la que se da forma dentro de unos pequeños aros y después se hornea) y los mantecados (más extendidos en pastelerías de toda la isla y con los mismos ingredientes que los polvorones, pero en otra receta). 

No hay que olvidar al turrón canario, el más singular y autóctono de los citados hasta ahora, originario de los barrios populares de San José y San Nicolás en Las Palmas de Gran Canaria. Elaborado con una masa de azúcar, clara de huevo, almendras, pan bizcochado, matalahúva y rayadura de limón, se presenta entre dos tapas de galleta. Tiene las variantes turrón de gofio (con gofio y miel de caña, sin clara de huevo) y almendrado (una barrita hecha con agua, azúcar, huevos, almendras tostadas y molidas, pan bizcochado rallado, matalahúva y limón). 

A diferencia del turrón de Jijona y otros similares, los turrones canarios no tienen nada que ver con la Navidad; al contrario, es golosina del verano, para su consumo en las fiestas que se suceden en los distintos pueblos, barrios y pagos de toda la isla, distribuidos en puestos de venta ambulante por los llamados «turroneros».

En la actualidad, la repostería de reputados profesionales y el uso de estos ingredientes locales está produciendo una gama muy amplia y exquisita de nuevas creaciones, que se nutre también de la que se ha cocinado en los hogares isleños durante generaciones.

NOTA:

Cubre las papas con un paño mientras las guisas, esto ayuda a la evaporación del agua.

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